Habíamos dicho que con la muerte de los pioneros, la idea de construir la capilla ó ermita como decía Don Luis Miranda, se había sumido en un letargo los impulsos para construir tan necesaria obra. Los lugareños para asistir a misa debían caminar hasta el Brasilia donde está la policía turística a tomar bus para ir a San Rafael ó Los Ángeles ó en su defecto cruzar El Bosque La Hoja para asistir a San José De La Montaña.
Recuerdo cuando se hacía la primera comunión, generalmente nos tocaba ir a Los Ángeles a pie, bien de mañana y en ayunas, ya que en esa época para comulgar por primera vez era en ayunas.
Y uno con zapatos nuevos bien catrineado con esa caminada llegaba bien chimados los pies y con un filo que no era jugando, lo sostenía de pie la ilusión de que después de la primera comunión le daban desayuno y empezaba uno a poner la mano porque algunos cincos recogía, uno perdía la timidez y hasta simpático se ponía uno.
Pues bien ante la necesidad de que por lo menos un par de veces al mes se diera misa en el pueblo, Don Rafael Solís padre de Francisco (aguja), Marielos, Virginia, Rafael y Adrián familia que habitó en el pasado en la finca de Don Mario Arguedas y Don Aníbal Segura el boyero del pueblo y luego pulpero, inician con la ayuda de otros colaboradores la construcción de un galerón, que haría las veces de capilla, la levantaron cerca de donde hoy está el Anfiteatro, una construcción rstica hecha con escasos materiales pero con entusiasmo y gran cariño, gracias a ellos y otros colaboradores surge la rústica capilla sin paredes con humildes bancas.
Recuerdo muy bien al padre Valenciano oficiar misa ahí, un sacerdote pintoresco y otros sacerdotes, incluso recuerdo muy bien estuvo el padre Núñez quien fuera capellán de José Figueres en la revolución del 48, personaje que vivió una temporada en la finca detrás de la Escuela El Montecito.
Durante una temporada el pueblo disfrutó de esa rústica capilla, pero al estar construida en un terreno que aún era utilizada como lechería, el ganado se metía incluso no había alumbrado público y los visitantes que siempre hemos tenido al no haber tapias ni nada, se metían a almorzar y es muy posible que algunas veces se diera cosas no deseadas, inspiradas bajo la luz de la luna con la música del ciprés en noches ventosas, dejaban basura etc., eso llevó a quitar ese primera capilla, con miras hacer algo a futuro.
Y el tiempo pasó y nada se hacía, nadie tomaba la iniciativa hasta que….
Colaboración De Abel Chavarría S.
Foto del anfiteatro: Isaac González Sánchez
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