top of page
amantesdelsenderis

Historia de los Hippies

Un raro encuentro

En la década de 1960 lucía como un centinela el Monte de La Cruz, un cerro de origen volcánico en un tiempo tuvo tres lagunas, ahora solo contaba con una. Tenía este cerro una vista impresionante al valle central y la cordillera, carecía de árboles solo unos cuantos en un pequeño bosque primario cerca de su laguna. Su mayor atractivo era que por ser “pelón “se resbala en tabla ó cartón como un trineo. Y una iglesia muy chiquita que vigilaba el valle central. En un día asoleado como muchos que era refrescado por el viento que bajaba de las montañas con una suave brisa que acariciaba todo a su paso Un grupo de niños campesinos de la zona inocentes al extremo entre 4 a 10 años jugaban con algarabía contagiosa, con cartones y tablas resbalaban por el cerro llegaban al pie y subían a cuestas de nuevo para volver a bajar montados en su improvisado trineo. Eran niños pertenecientes a tres familias campesinas que jugaban juntos como si fuesen hermanos, aún creían que la cigüeña traía los niños al nacer, vestían muy sencillo sus ropas remendadas sujetadas con tirantes, zapatitos de hule otros descalzos, de mirada tímida, algunos nunca se habían subido en un vehículo solo en carretas tiradas por bueyes. Pero era felices en su pobreza física más no en su espíritu noble y soñador. Estaban sumidos en sus juegos por ver cual llegaba más largo en su carruaje por la cuesta del cerro Venían escalando todos el cerro para volver a bajarlo cuando escucharon voces en la cúspide al pie de capilla lugar de donde ellos se tiraban cuesta abajo al llegar a la capilla vieron a las personas que hablaban eran un grupo para ellos muy extraño altos del piel muy blanca y ojos claros con pelo largo con ropas extrañas habían unos desnudos. No entendían lo que hablaban pero no les causo temor solo les llamo a la atención el lenguaje que no entendían y los cigarritos de extraño olor que fumaban Unos de ellos buscaban entre las boñigas del ganado las matitas en forma de sombrilla que crecían sobre ellas. Se montaron los niños en sus carruajes de madera y cartón y se deslizaron de nuevo por el cerro con sus gritos de júbilo que pronto contagio a los extraños visitantes y empezaron aplaudir y reír.

Al llegar al pie del cerro los niños fueron a tomar moras silvestres comieron unas para la sed y la niña más pequeña tomo su gorrita y empezó a llenarla de moras los demás niños le ayudaron y de nuevo empezaron a subir las paredes del cerro de nuevo. Al llegar a la cumbre junto a los visitantes la niña ofreció los frutos de su gorrita a estos, la miraron con ternura y comieron de los frutos luego uno de ellos tomo un tarro con una leche que salía por unos huequitos y que ellos le ponían a las matitas en forma de sobrilla que crece en las boñigas del ganado, el visitante puso en la palma de la mano de cada niño un poco de esa leche ellos la probaron era dulce como la cajeta y les encanto a los niños. El Cristo de la capilla miraba el convivio de dos mundos diferentes ambos pobres de riqueza material pero a la vez muy ricos uno tenía monedas acuñadas de libertad y el otro lingotes de la más pura inocencia, no entendían lo que hablaban pero no lo ocupaban ya que sus miras y gestos bastaba cada quien respeto el mundo del otro. Los visitantes tomaron los carruajes de los niños para experimentar el juego, ellos con gusto lo cedieron bajaron estos vertiginosamente por las paredes del cerro y los niños aplaudían de júbilo, no se las aguanto el Cristo de ver tanta algarabía se bajó de la Cruz y se sentó junto a los niños acaricio sus cabezas con viento de la montaña y regalo a los visitantes un caluroso abrazo con rayitos de sol Eran dos mundos diferentes compartiendo en alegría.

Abel Ch S





7 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


Publicar: Blog2_Post
bottom of page